Desde una esquina sin tiempo

He aquí presente en el recuerdo para nosotros y para otros muchos, al compañero Amleti Enrique Vergiati (1910-1974), mejor conocido como Julián Centeya. Gigante poeta lunfardista, renombrado entre sus amigos (todos bajo la tierra, si no es que haya una excepción) y olvidado entre los literatos de su pueblo. O quizás solo por las editoriales…
La verdad es que lo que se sabe de este poeta no es mucho, pero sí nos llegan como tangos desde el fondo del asfalto, algunos datos y (mejor aun) algunos versos.
Es el autor de tangos como “Claudinette”, “Julián Centeya”, “la vi llegar” y “más allá del rencor”. A pesar de su notable mishiadura pudo publicar libros de poemas como lo son “El recuerdo de la enfermería de Jaime” (1941), “La musa del barro” (1969), y su única novela “El vaciadero” (1971).
Es expulsado de su colegio secundario en el tercer año por mala conducta, y es entonces cuando el joven Amleto se hace en la yeca, comienza a recurrir cafetines, y yéndose a dormir con el alba de la bohemia en los ojos. Entero amigo de Pichuco y de Benaros. Era hijo del barrio porteño de Boedo, siendo así hermano de Homero, Catulo, Cesar Tempo, y otros tantos poetas de fina talla.



Julián ha quedado en el inquebrantable recuerdo de la poesía porteña que arde bajo el asfalto caliente del tiempo. Hace un par de años, se editó un libro de poemas del amigo Nicolás Olivari, de quién antes jamás pudimos encontrar una sola edición. Esperamos que se haga justicia con Julián Centeya, cuyos libros parecen haber desaparecido completamente.
No parece mal pensar que antes de que le tomen esta foto, nuestro querido Amleto pudo haber escrito versos tristemente canallescos como estos:

ATORRO

Encanutado en la última pilcha
negao a todo
piantado de mí
En la pinchada que da el atorro
como de nada
puesto en el forro
de un jonca e' pino me iré de aquí
Linda sbrufata la de mi vida
me puso chanta "mamá" miseria
si todo ha sido una piojería
no se dió una, siempre en la vía
pa mi cincharla fue cosa seria
Sobre mi llaga pasé la lengua
cuando la chanta se tomó el piro
y en la mentira de otra salvada
me jugué el todo, quedé sin nada
si es de milagro creé, que respiro
"No tuve un llanto que me llorara
y no habrá un llanto cuando finisca
"solari y rosi"
voy de zarpada
y cuando se haga, no habrá mancada
que otro baraje para esa brisca
Algún gomía de esos que quedan
rante y polenta como Barquina
batirá el Justo de la pulpeta
y acaso cuente que fuí un poeta
dueño del mundo que da la esquina
y que no tuve más berretines
que los comunes
que fuí sencillo
hecho a ternura, solo en la yeca
con horizontes que me dio el feca
sin otra cosa que un cuore e' grillo
No quiero nada
no se escapelen
paz de lamentos
si me voy piola
En el finirla está la salvada
se va conmigo mi alma cansada
que hace diez siglos no quiere lolas.


Nos hubiese gustado despedir este post en homenaje al amigo Amleti con la milonga que resignificó su seudónimo, titulada “Me llamo Julián Centeya”.
Pero a falta de esta significativa composición, tenemos a disposición el tango “La vi llegar” que no es poco, y menos si esta interpretada por la voz Raúl Iriarte en La Orquesta de Miguel Caló.
Esperamos les guste. Un abrazo y un brindis por Julián Centeya, gomía y troesma!

1 comentarios:

Natalia dijo...

bueno, al fin, no se por qué pero estos últimos días blogger (?) no abría esta ventanita donde podemos postear.

eu, qué verguenza, leí muy poco de Centeya y para colmo, al ser mi máquina prehistórica, ni siquiera puedo escuchar el tango que subiste ya que de hacerlo se colgaría todo... eso sí, conozco la letra de "la vi llegar" y aunque no la recuerdo muy bien, se que la manera en que terminaba me encantaba.

no hay mucho que decir de la inscripción al cbc... cosas que pasan, supongo (...)

en cuanto pueda te agrego a los links, saludos.